Otra vez Caracas. Este viaje ya era mas largos, donde se maneja los días hábiles de entrega de documentos y debo confesar que he aprendido a detestar esa palabra durante todo este proceso. Sacar la visa de estudiante en un país tropical como Venezuela es verdaderamente una aventura y un reto a tu capacidad de resistir sol, agua y colas.
Nuevamente 6 horas de viaje en autobús frío en la madrugada para llegar temprano a la ciudad capital, con la maleta mas pesada que de costumbre porque ya te tienes que quedar mas días de lo esperado, llegas al terminal desayunas te espabilas un poco y como de costumbre otra vez el metro, ya estas mas confiado y hasta aburrido del mismo tema porque siempre es lo mismo, llegas al edificio y te sorprendes de la cola (aunque no debería porque es algo normal) haces tu cola y la paranoia se activa al ver que los demás empiezan hablar sobre lo que le paso al primo del cuñado de un amigo de su hermana, que no pudo hacer nada porque ya los timbres fiscales eran falsos, tratar de obviar esta información mientras esperas para entrar a la oficina, no es nada fácil, pero igual te aguantas y sigues, revisan tu cédula y te dejan pasar al piso cuatro, que en realidad son ocho, por escaleras, una manera de estimular el ejercicio en la población. Sudando, llegas a una aglomeración de personas, que en realidad son dos colas que chocan entre si, una para comprar las estampillas "legales" y la otra para seguir con el proceso, compras tus estampillas, haces tu otra cola, te entregan mas planillas que debes llenar con bolígrafo negro en letra molde y sin equivocarte, porque no quieres molestar al tipo de las planillas con cara de toro. Llegas a la taquilla, entregas el papelero absurdo esperando la mejor de las respuestas: que no te reboten.
No te rebotan y sales con una sensación de alivio tan solo con la esperanza de esperar el día hábil para que te entreguen lo que necesitas, agarras calle otra ves, y mi mala costumbre de no preguntar te hace caminar como un loco con un mapa que buscaste en internet para ir al otro extremo de la ciudad para comprar un seguro de viaje, lo mejor de todos es que no te pierdes cuando llegas, si no cuando te regresas porque en esta ciudad lo que sobra son elevados, recovecos y avenidas que hacen que el peatón se pierda con facilidad, como detesto esto. Hora de almuerzo, típico hora de no saber que comer en una feria de comida, también detesto eso; tan solo te queda esperar el resto de la tarde para que el familiar que no conoces que te ofreció cobijo te venga a recoger, sorprendentemente fue lo mejor del viaje sin eso hubiese sido una pesadilla.
Día dos, en la mañana piensas en ir por lo menos algún museo para conocer algo de la ciudad y te acuerdas de encontrarte con una vieja amiga de la universidad que vive en la ciudad, una agradable y necesario almuerzo, siempre es bueno tener estos encuentros; lo siguiente recoger planillas, con la novedad que, como todo en Caracas es grandes, hasta los inviernos lo son, tremendo palo de agua con truenos y brisa incluidas, inmediatamente después salen los buhoneros que te venden los paraguas a precios absurdos, llegas finalmente a la oficina y te encuentras con una cola de una cuadra de distancia que debes hacer bajo la lluvia, colas y lluvias una perfecta combinación. Después de mucha paciencia, una pelea de coleados, muchos comentarios sobre lo mal administrado que esta la burocracia en el país y dos horas de espera te entregan finalmente uno de los últimos documentos que te hacían falta. Con la fe de que todo va a salir bien ordenas el papeleo y tu maletas para que al día siguiente todo sea perfecto.
Dia tres, te levantas, desayuno de campeones, agarras tu maleta y sales al consulado para sacar tu preciada visa, llegas a la oficina y ¿con que te encuentras? con nadie, no hay gente, felicidad instantánea, esperas tu turno y te llaman en seguida,la señora cara dura de la taquilla pide sus papeles y todo va bien, pero como es costumbre un nuevo bache en el camino, tu pasaporte se vence pronto ¿la respuesta? tienes que renovarlo. Un golpe duro para mi cerebro que estaba programado de que todo esto iba acabar ese día, y darte cuenta que no, que faltaba un ultimo documento a renovar y que atrasa todo el proceso (nuevamente) la sensación devastadora fue de un "game over" de Mario en el castillo de Bowser, lo bueno de esto es que puedes volver a jugar he intentar volver batallar para salvar a tu princesa.
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