Cruzo por el rayado peatonal cuando los carros se supone estan parados por la luz roja del semaforo, me enferma tremendamente la sola idea de botar un envoltorio de caramelo en la calle, en vez de eso los meto en los bolsillos de mi koala, al final de alguna temporada cuando los reviso, están llenos de esos envoltorios acompañados de facturas viejas y comprobantes de taquillas de cajeros electrónico que evite botar en la calle; soy de los que saluda con un buenos días/ tardes / noche y espera recibir la correspondiente respuesta, soy de los que piensa en llegar a una oficina publica o de gobierno y recibir, por lo menos la información acertada u orientadora que me ayude a saciar mi necesidad de encontrar el papel burocrático que necesito para el momento sin tener que recurrir al soborno o al amiguismo para poder influir en ese laberinto borrascoso y deprimente. Soy de los que se autoconvence en que los días hábiles se van a cumplir, de los que creen en que si pagas impuestos mínimo las aceras serán caminables, delos que creen que los diputados, alcaldes y gobernadores son personajes que planifican las obras que van a realizar durante su gestión y que si por alguna razón se llegara a tener pruebas de corrupción la justicia le abriría un expediente así sea para rayarlo públicamente. No es mentira, es por eso que en varias oportunidades me han dicho que soy pendejo, porque de verdad creo que eso "debe" ser así, parece ser que este comportamiento es algo así como creer que vives literalmente en el país de las maravillas, un país paralelo que solo existe si te la fumas en grande, suena a alguien que vive en Disney, y no es asi yo estoy clarito que Blancanieves no viviría con 7 enanos en la vida real, sin tener algún problema con la ley o terminar corrompiendo a la sociedad, es solo que creo firmemente que si quieres en vivir en un país de primer mundo debes empezar a pensar en que vives en uno, empezar a hacer lo que se haría en un país considerado del primer mundo.
Yo solo espero que esto no sea una fase y con el pase del tiempo me mediocrice y empiece a botas los envoltorios de los caramelos que coma en la calle, porque cuando llegue ese día me abre olvidado de mi mismo.
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